LITERATURA ESPAÑOLA, LITERATURA INFANTIL Y EDUCACIÓN LITERARIA

miércoles, 23 de enero de 2013

CREACIÓN LITERARIA


Para la POESÍA he utilizado la actividad: POEMAS CON PREPOSICIONES. Consiste en escribir un poema en forma de letanía en el que cada verso empiece por una preposición. Aquí lo tenéis:

Para que tú me quieras

Para que tú me quieras
hacia lugares inhóspitos iré
contra viento y marea,
hasta el fin del mundo si hiciera falta.
 
Si tú me quisieras
ante todo cuidaría de ti,
entre mis brazos te sostendría.
En serio, ¡no te soltaría jamás!
 
Pero tú no me quieres,
por eso no puedo seguir.
Con tristeza me despido
Mediante unos perdidos versos.

Hasta nunca… 

Hasta que tú me quieras…

  

Para la PROSA he utilizado la estrategia: ENSALADILLA DE CUENTOS, mezclando el famoso cuento de Los tres cerditos y Hansel y Gretel.

Había una vez tres cerditos que vivían tranquilamente en un bosque. Cada uno tenía su casita: El cerdito menor vivía en una casita hecha de paja, el cerdito mediado una de madera, y el cerdito mayor una de ladrillo. Los tres huían del malvado lobo feroz ya que a este le encantaba la carne de cerdo y soñaba con algún día poder comerles.

Una tarde, los tres cerditos oyeron un aullido, así que fueron apresuradamente a esconderse en sus casitas.

De repente, el cerdito menor oyó como alguien llamaba a la puerta de su casa. ¡Era el lobo!

-          Sal ahora mismo, o soplaré y soplaré ¡y tu casa derribaré! –amenazó el lobo.

Al ver que el cerdito no le respondía, comenzó a soplar y a soplar hasta que la casita de de paja quedó totalmente destrozada.

Mientras el lobo recuperaba el aire perdido, el cerdito menor corrió a refugiarse a la casita de su hermano mediano. Este, que había contemplado toda la escena, le acogió sin pensarlo dos veces.

De esa forma, el lobo fue a la casita de madera.

-          Salid ahora mismo, o soplaré y soplaré ¡y la casa derribaré! –amenazó de nuevo el lobo.

Igual que antes, el lobo no escuchó respuesta, así que comenzó a soplar y a soplar, hasta que todos los palitos de madera estuvieron por el suelo. De ese modo, a los dos cerditos no les quedó más remedio que correr a la casita de ladrillo del cerdito mayor.

Aunque el lobo quiso repetir la escena, su soplido no pudo derribar los ladrillos, de modo que comenzó a trazar un nuevo plan para comer a los tres cerditos. Fue entonces cuando se fijó en la chimenea. Si entraba por ahí, ¡pillaría desprevenidos a los inocentes cerditos y podría comérselos! Así que el lobo comenzó a escalar los muros y cuando llegó a la chimenea, empezó a deslizarse por ella con sumo cuidado.

Cuando los tres cerditos oyeron al lobo bajar por la chimenea, decidieron que era mejor salir de allí cuando antes, por lo que corrieron y corrieron hasta que se adentraron en el bosque. No eran capaces de conseguir que el lobo les perdiera el rastro. Además él era muy rápido, y poco tardaría en alcanzarlos. Se les debía ocurrir algo o el lobo les comería.

-          ¿Qué es eso? –dijo el cerdito mediano señalando al suelo.

-          Parece un camino de miguitas de pan –le contestó el cerdito menor- ¿Adonde creéis que llevarán?

-          No lo sé, pero seguir ese caminito es nuestra única opción –contestó el cerdito mayor.

Los tres corrieron y corrieron siguiendo el rastro de miguitas de pan, y este les llevo a, nada más y nada menos, que una casa hecha de caramelos, chocolate y golosinas.

-          ¡Deprisa! Entremos en esa casita, allí estaremos a salvo –dijo el cerdito mayor.

De manera que los tres cerditos entraron a la casa, y ¿qué se encontraron en su interior? A un niño regordete comiéndose un trozo de tarta, una niña delgaducha barriendo, y una abuela calentando un puchero.

-          ¿Dónde nos hemos metido? –preguntó el cerdito mediano.

-          ¿Eso que huelo es un puchero? Vaya… ¡que hambre me está entrando! –dijo el cerdito menor ignorando a su hermano.

-          ¡Callaros los dos! Creo que esa viejecita es una bruja, y nunca hay que fiarse de las brujas –les susurró el cerdito mayor a sus hermanos.

-          ¡Vaya vaya! Me parece que hoy voy a tener cinco platos para comer –dijo la bruja mirando a los tres cerditos.

Pero de repente alguien llamo a la puerta… ¡Era el lobo!

-          Salid de ahí cerditos, o derribaré esta casita también y después os comeré – amenazó una vez más el persistente lobo.

-          Yo soy la que se va a comer a esos cerditos –dijo la bruja abriendo la puerta de su casa de repente- y no pienses que voy a compartirlos contigo… ¡Abrakadabra pata de cabra!

De repente, el lobo había desaparecido. Se había convertido en un pequeño gusano.

-          Bueno, esto le dará más sabor –dijo la bruja.

Y se encaminó de nuevo al puchero para echar dentro al gusanillo. Fue entonces cuando los dos niños y los tres cerditos no dudaron. Los cinco unieron sus fuerzas y, aprovechando el despiste de la bruja, la empujaron dentro del ardiente puchero. De esa forma, pudieron escapar.

-          Nosotros somos Hansel y Gretel, mucho gusto –se presentaron formalmente los dos niños- La bruja nos tenía prisioneros…¡Quería comernos!

-          Y el lobo a nosotros –contestaron al unísono los tres cerditos.

-          Ahora tenemos que volver a casa. Nuestra madre estará muy preocupada. ¡Qué contenta se va a poner cuando vea toda la comida que le llevamos! Hansel, ¿Por qué no vas cogiendo todos los caramelos que puedas de esa pared? –le propuso Gretel- Yo iré cogiendo todo el chocolate que pueda de la puerta.

-          ¿Podemos ir con vosotros? -preguntó tímidamente el cerdito menor- El bosque es muy peligroso para nosotros… ¡Así podremos ayudaros a llevar comida!

-          ¡Qué gran idea! –exclamó Hansel- Mi madre es fiel amante de los animales. La encantará acoger a tres cerditos como vosotros.

Finalmente, los cinco abandonaron la casita de caramelo, y se dispusieron a seguir, una vez más, el sendero de miguitas de pan. El sendero que los llevaría a casa.

FIN

 

Para el DRAMA, os dejó este breve teatrillo cómico:

(Los tres reyes magos entran a escena. En vez de montar en camello, montan en bicicletas. El decorado muestra la noche)

MELCHOR: ¡Qué me tiras del camello! ¡Ten cuidado rey Gaspar!

GASPAR: ¿De qué camello me hablas?

MELCHOR: ¡Qué despiste Baltasar! Es que ya no recordaba que por falta de dinero vendimos los camellos y compramos bicicletas…

BALTASAR: No se dice bicicletas. Ahora son “mountain bikes”

GASPAR: Melchor, que no estás al loro. Dilo en inglés, que es más guay.

MELCHOR: ¡Y qué quieres que le haga si no he aprendido inglés!

BALTASAR: Que te de dos o tres clases algún irlandés.

MELCHOR: Me da igual lo del inglés, mi trasero es lo que importa… Que este sillín es muy duro y lo llevo hecho una torta…

GASPAR: ¿Te acuerdas de mí camello? Yo siempre sueño con él… ¿Por qué no pedimos otros por carta a Papa Noel?

BALTASAR: ¿Te has vuelto loco rey Gaspar? ¿Has perdido la decencia? ¿No te das cuenta de que Papa Noel es la competencia?

(BALTASAR da una colleja a GASPAR)

GASPAR: Es verdad, ¡pero estoy harto! Vamos los tres destrozados. Ayer sobre una joroba y hoy vamos jorobados.

BALTASAR: En fin, dejémoslo ya. Ahora son tiempos de crisis. (Mirando a GASPAR) ¡Y para lo de tu culo te recomiendo un buen lifting!

(Caminan los tres durante un rato. MELCHOR mira al horizonte)

MELCHOR: Creo que estamos llegando. ¿Veis esa estrella tan brillante?

BALTASAR: Creo que es una farola de la calle de La Salle.

MELCHOR: ¡Que no, que no Baltasar! Verás que tengo razón…

BALTASAR: ¡Pues si no es de Colmenar seguro que es de Chinchón!

GASPAR: ¿Chinchón has dicho? ¡Vamos a tomar anís! Descansamos un ratito y así me dejáis hacer pis

MELCHOR: Es muy tarde y es de noche, no podemos descansar. Antes del amanecer debemos ir a Belén.

BALTASAR: Gaspar, ¿cogiste la mirra, el incienso y el oro? A ver si al llegar allí quedamos como unos bobos…

GASPAR: Mirra e incienso aquí están, y el oro… (GASPAR titubea)

MELCHOR: ¿Qué pasa con el oro?

(GASPAR SE SACA DE LA CAPA UN LORO)

MELCHOR: ¡No será lo que me pienso! ¡Ay Gaspar que me desmayo!

(BALTASAR coge a MELCHOR y lo salva de la caída)

GASPAR: Tú me dijiste, Melchor, que el loro fuera a buscar. Yo me subí a una palmera y lo conseguí cazar.

MELCHOR: (Muy enfadado) ¡Entendiste mal la palabra compañero!

BALTASAR: No te enfades más Melchor, después da tanto esperar nos lo agradecerán seguro, además es de colores.

MELCHOR: Vale, vale. Hecho esta. (Se adelanta un par de pasos) ¡Anda! Parece que ya llegamos. En ese portal hay luz. ¡Venga vamos!

(Se baja el telón. Cuando vuelve a subir el decorado ha cambiado. Se encuentran en el portal de Belén la virgen María, el niño Jesús, José y algunas pastorcillas. Se les acercan los reyes magos.)

PASTORCILLAS: (Al unísono) ¡Ay qué niño más bonito! ¡Qué divino! ¡Qué tesoro!

BALTASAR: ¡Dejad paso pastorcillas, que somos los reyes magos! (Mirando a la virgen María y a San José) Aquí le traemos la mirra, el incienso y este loro.

VIRGEN MARÍA: Muchas gracias reyes magos por tan buenos dones.

JOSÉ: ¡Qué bonito es este loro! ¡Cuántos colores!

GASPAR: (Mirando a MELCHOR) ¿Ves como le gustaría? Muy poco de mí te fías.

 

Finalmente, teníamos que hacer en formato libro una de nuestras creaciones. Yo he elegido una poesía a la que he dado forma de adivinanza como estrategia:

ADIVINA QUIÉN SOY







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