Para la POESÍA he
utilizado la actividad: POEMAS CON PREPOSICIONES. Consiste en escribir un poema
en forma de letanía en el que cada verso empiece por una preposición. Aquí lo
tenéis:
Para que tú me quieras
Para que tú me quieras
hacia lugares inhóspitos iré
contra viento y marea,
hasta el fin del mundo si
hiciera falta.
Si tú me quisieras
ante todo cuidaría de ti,
entre mis brazos te sostendría.
En serio, ¡no te soltaría jamás!
Pero tú no me quieres,
por eso no puedo seguir.
Con tristeza me despido
Mediante unos perdidos versos.
Hasta nunca…
Hasta que tú me quieras…
Para la PROSA he
utilizado la estrategia: ENSALADILLA DE CUENTOS, mezclando el famoso cuento de Los tres cerditos y Hansel y Gretel.
Había una vez tres
cerditos que vivían tranquilamente en un bosque. Cada uno tenía su casita: El
cerdito menor vivía en una casita hecha de paja, el cerdito mediado una de
madera, y el cerdito mayor una de ladrillo. Los tres huían del malvado lobo
feroz ya que a este le encantaba la carne de cerdo y soñaba con algún día poder
comerles.
Una tarde, los
tres cerditos oyeron un aullido, así que fueron apresuradamente a esconderse en
sus casitas.
De repente, el
cerdito menor oyó como alguien llamaba a la puerta de su casa. ¡Era el lobo!
-
Sal ahora mismo, o soplaré y
soplaré ¡y tu casa derribaré! –amenazó el lobo.
Al ver que el
cerdito no le respondía, comenzó a soplar y a soplar hasta que la casita de de
paja quedó totalmente destrozada.
Mientras el lobo
recuperaba el aire perdido, el cerdito menor corrió a refugiarse a la casita de
su hermano mediano. Este, que había contemplado toda la escena, le acogió sin
pensarlo dos veces.
De esa forma, el
lobo fue a la casita de madera.
-
Salid ahora mismo, o soplaré y
soplaré ¡y la casa derribaré! –amenazó de nuevo el lobo.
Igual que antes,
el lobo no escuchó respuesta, así que comenzó a soplar y a soplar, hasta que
todos los palitos de madera estuvieron por el suelo. De ese modo, a los dos
cerditos no les quedó más remedio que correr a la casita de ladrillo del
cerdito mayor.
Aunque el lobo
quiso repetir la escena, su soplido no pudo derribar los ladrillos, de modo que
comenzó a trazar un nuevo plan para comer a los tres cerditos. Fue entonces
cuando se fijó en la chimenea. Si entraba por ahí, ¡pillaría desprevenidos a
los inocentes cerditos y podría comérselos! Así que el lobo comenzó a escalar
los muros y cuando llegó a la chimenea, empezó a deslizarse por ella con sumo
cuidado.
Cuando los tres
cerditos oyeron al lobo bajar por la chimenea, decidieron que era mejor salir
de allí cuando antes, por lo que corrieron y corrieron hasta que se adentraron
en el bosque. No eran capaces de conseguir que el lobo les perdiera el rastro. Además él
era muy rápido, y poco tardaría en alcanzarlos. Se les debía ocurrir algo o el
lobo les comería.
-
¿Qué es eso? –dijo el cerdito
mediano señalando al suelo.
-
Parece un camino de miguitas de
pan –le contestó el cerdito menor- ¿Adonde creéis que llevarán?
-
No lo sé, pero seguir ese
caminito es nuestra única opción –contestó el cerdito mayor.
Los tres corrieron
y corrieron siguiendo el rastro de miguitas de pan, y este les llevo a, nada
más y nada menos, que una casa hecha de caramelos, chocolate y golosinas.
-
¡Deprisa! Entremos en esa
casita, allí estaremos a salvo –dijo el cerdito mayor.
De manera que los
tres cerditos entraron a la casa, y ¿qué se encontraron en su interior? A un
niño regordete comiéndose un trozo de tarta, una niña delgaducha barriendo, y
una abuela calentando un puchero.
-
¿Dónde nos hemos metido?
–preguntó el cerdito mediano.
-
¿Eso que huelo es un puchero?
Vaya… ¡que hambre me está entrando! –dijo el cerdito menor ignorando a su
hermano.
-
¡Callaros los dos! Creo que esa
viejecita es una bruja, y nunca hay que fiarse de las brujas –les susurró el
cerdito mayor a sus hermanos.
-
¡Vaya vaya! Me parece que hoy
voy a tener cinco platos para comer –dijo la bruja mirando a los tres cerditos.
Pero de repente
alguien llamo a la puerta… ¡Era el lobo!
-
Salid de ahí cerditos, o
derribaré esta casita también y después os comeré – amenazó una vez más el
persistente lobo.
-
Yo soy la que se va a comer a
esos cerditos –dijo la bruja abriendo la puerta de su casa de repente- y no
pienses que voy a compartirlos contigo… ¡Abrakadabra pata de cabra!
De repente, el
lobo había desaparecido. Se había convertido en un pequeño gusano.
-
Bueno, esto le dará más sabor
–dijo la bruja.
Y se encaminó de
nuevo al puchero para echar dentro al gusanillo. Fue entonces cuando los dos
niños y los tres cerditos no dudaron. Los cinco unieron sus fuerzas y,
aprovechando el despiste de la bruja, la empujaron dentro del ardiente puchero.
De esa forma, pudieron escapar.
-
Nosotros somos Hansel y Gretel,
mucho gusto –se presentaron formalmente los dos niños- La bruja nos tenía
prisioneros…¡Quería comernos!
-
Y el lobo a nosotros
–contestaron al unísono los tres cerditos.
-
Ahora tenemos que volver a casa.
Nuestra madre estará muy preocupada. ¡Qué contenta se va a poner cuando vea
toda la comida que le llevamos! Hansel, ¿Por qué no vas cogiendo todos los
caramelos que puedas de esa pared? –le propuso Gretel- Yo iré cogiendo todo el
chocolate que pueda de la puerta.
-
¿Podemos ir con vosotros?
-preguntó tímidamente el cerdito menor- El bosque es muy peligroso para
nosotros… ¡Así podremos ayudaros a llevar comida!
-
¡Qué gran idea! –exclamó Hansel-
Mi madre es fiel amante de los animales. La encantará acoger a tres cerditos
como vosotros.
Finalmente, los
cinco abandonaron la casita de caramelo, y se dispusieron a seguir, una vez
más, el sendero de miguitas de pan. El sendero que los llevaría a casa.
FIN
Para el DRAMA, os
dejó este breve teatrillo cómico:
(Los tres reyes magos entran a escena. En vez
de montar en camello, montan en bicicletas. El decorado muestra la noche)
MELCHOR: ¡Qué me
tiras del camello! ¡Ten cuidado rey Gaspar!
MELCHOR: ¡Qué
despiste Baltasar! Es que ya no recordaba que por falta de dinero vendimos los
camellos y compramos bicicletas…
BALTASAR: No se
dice bicicletas. Ahora son “mountain bikes”
GASPAR: Melchor,
que no estás al loro. Dilo en inglés, que es más guay.
MELCHOR: ¡Y qué
quieres que le haga si no he aprendido inglés!
BALTASAR: Que te
de dos o tres clases algún irlandés.
MELCHOR: Me da
igual lo del inglés, mi trasero es lo que importa… Que este sillín es muy duro
y lo llevo hecho una torta…
GASPAR: ¿Te
acuerdas de mí camello? Yo siempre sueño con él… ¿Por qué no pedimos otros por
carta a Papa Noel?
BALTASAR: ¿Te has
vuelto loco rey Gaspar? ¿Has perdido la decencia? ¿No te das cuenta de que Papa
Noel es la competencia?
(BALTASAR da una colleja a GASPAR)
GASPAR: Es verdad,
¡pero estoy harto! Vamos los tres destrozados. Ayer sobre una joroba y hoy
vamos jorobados.
BALTASAR: En fin,
dejémoslo ya. Ahora son tiempos de crisis. (Mirando
a GASPAR) ¡Y para lo de tu culo te recomiendo un buen lifting!
(Caminan los tres durante un rato. MELCHOR
mira al horizonte)
MELCHOR: Creo que
estamos llegando. ¿Veis esa estrella tan brillante?
BALTASAR: Creo que
es una farola de la calle de La Salle.
MELCHOR: ¡Que no,
que no Baltasar! Verás que tengo razón…
BALTASAR: ¡Pues si
no es de Colmenar seguro que es de Chinchón!
GASPAR: ¿Chinchón
has dicho? ¡Vamos a tomar anís! Descansamos un ratito y así me dejáis hacer pis
MELCHOR: Es muy
tarde y es de noche, no podemos descansar. Antes del amanecer debemos ir a
Belén.
BALTASAR: Gaspar,
¿cogiste la mirra, el incienso y el oro? A ver si al llegar allí quedamos como
unos bobos…
GASPAR: Mirra e
incienso aquí están, y el oro… (GASPAR
titubea)
MELCHOR: ¿Qué pasa
con el oro?
(GASPAR SE SACA DE LA CAPA UN LORO)
MELCHOR: ¡No será
lo que me pienso! ¡Ay Gaspar que me desmayo!
(BALTASAR coge a MELCHOR y lo salva de la
caída)
GASPAR: Tú me
dijiste, Melchor, que el loro fuera a buscar. Yo me subí a una palmera y lo
conseguí cazar.
MELCHOR: (Muy enfadado) ¡Entendiste mal la palabra
compañero!
BALTASAR: No te
enfades más Melchor, después da tanto esperar nos lo agradecerán seguro, además
es de colores.
MELCHOR: Vale,
vale. Hecho esta. (Se adelanta un par de
pasos) ¡Anda! Parece que ya llegamos. En ese portal hay luz. ¡Venga vamos!
(Se baja el telón. Cuando vuelve a subir el
decorado ha cambiado. Se encuentran en el portal de Belén la virgen María, el
niño Jesús, José y algunas pastorcillas. Se les acercan los reyes magos.)
PASTORCILLAS: (Al unísono) ¡Ay qué niño más bonito!
¡Qué divino! ¡Qué tesoro!
BALTASAR: ¡Dejad
paso pastorcillas, que somos los reyes magos! (Mirando a la virgen María y a San José) Aquí le traemos la mirra,
el incienso y este loro.
VIRGEN MARÍA:
Muchas gracias reyes magos por tan buenos dones.
JOSÉ: ¡Qué bonito
es este loro! ¡Cuántos colores!
GASPAR: (Mirando a MELCHOR) ¿Ves como le
gustaría? Muy poco de mí te fías.
Finalmente,
teníamos que hacer en formato libro una de nuestras creaciones. Yo he elegido una
poesía a la que he dado forma de adivinanza como estrategia:
ADIVINA QUIÉN SOY
Perfecto.
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