En esta reflexión quiero empezar hablando
sobre los principales aspectos vistos en el tema, sobre mis experiencias sobre
ello en las prácticas y, finalmente, sobre cómo voy a trabajar la literatura
infantil cuando sea profesora.
Principalmente hemos hablado sobre la
LITERATURA y la PARALITERATURA:
La LITERATURA es un arte que se crea
con palabras, es decir, es el arte de la palabra. Sabemos que hay literatura en
todas las lenguas, tengan o no código escrito y esto es debido a que la
literatura no se basa solo en la escritura, sino que existe también oralmente.
Hemos aprendido que, para saber que es la PARALITERATURA,
primero tenemos que conocer los criterios indispensables para que un texto sea
literatura. Son los siguientes:
-
Debe de tener una función estética o poética.
-
Debe pertenecer a uno de sus tres géneros: prosa, poesía
y drama.
-
Debe ser una ficción.
Como este
término es más difícil de entender y es muy importante, voy a explicarlos más
detalladamente. Por ejemplo, la biografía de Napoleón no sería un texto
literario, mientras que una novela histórica de Napoleón sí. En la biografía
todos los datos tienen que ser ciertos y tal cual sucedieron, mientras que en
la novela histórica puedes permitirte inventar datos, como ocurre con los
diálogos.
Así pues, hablamos de PARALITERATURA cuando
falta alguno de estos criterios. Algunos ejemplos de PARALITERATURA son los
ensayos o, como hemos visto en el ejemplo de Napoleón, una biografía.
No hay mucha PARALITERATURA para los niños
de primaria, salvo la didáctica, que trata de enseñar conceptos, y la moralizante,
cuyos ejemplos más significativos son las fábulas que intentar transmitir una
enseñanza.
Un buen ejemplo de ello es un cuento que
nos enseñaron en clase, Las cinco fuentes
del rey. Este cuento permite a los niños acompañar a Felipe V por los
Jardines de la Granja y por tanto, sabemos que tiene carácter didáctico.
Sin embargo, en clase hemos aprendido que
de todo se pueden sacar enseñanzas, de cualquier cosa, y que es muy importante
no confundir el hecho de poder sacar
enseñanzas de un texto con que sea paraliterario. Debemos fijarnos en el
objetivo primordial del texto, y si su principal objetivo es enseñar algo a
pesar de la moraleja que puedan sacarle finalmente.
Por último, vimos en este bloque que existen
tres géneros en literatura infantil, al igual que en la literatura de adultos.
Estos son:
-
La POESÍA, que es escasa en los niños y que se
basa en poemas que hablan de sentimientos y que no cuentan nada. El único que
escribió para niños fue Lorca.
-
La PROSA, sobre la cual aprendí mucho, ya que
estuvimos hablando de las virtudes y los vicios en los cuentos moralizantes.
Además mi profesora nos mostró el cuento de El
punto, y a partir de él hicimos una ficha bibliográfica, algo totalmente
nuevo para nosotros que nos enriqueció notablemente. Además nosotros mismo
tuvimos que hacer nuestro propio análisis de un libro y la verdad es que,
mientras lo haces, te fijas en muchos aspectos del libro que alomejor no tienes
en cuenta durante la lectura y que también son muy importantes.
-
El TEATRO, cuyos textos normalmente son muy breves
y están adaptados a la edad de los niños.
Al margen de esto, quería hablaros sobre
mis experiencias personales sobre este bloque. Al principio no sabía si me iba
a gustar esta asignatura.
Literatura española, Literatura infantil y
Educación literaria. Con ese título, ¿quién no se iba a asustar el primer día
de clase? Ya pensábamos que nos iba a tocar estudiar literatura como en el
instituto y tendríamos que recuperar apuntes sobre autores, obras importantes,
fechas relevantes… pero no. Esta asignatura es mucho más práctica y útil que
todo eso. En lo que respecta a este bloque, hemos recordado principalmente la
importancia de la lectura, y lo necesario que es que, como futuros profesores,
la fomentemos en el aula. Sin embargo, ser un buen profesor no consiste
solamente en estimular a que los niños lean. Ser un buen profesor también
depende de nuestra capacidad para seleccionar buenos libros para los niños, de
utilizar métodos creativos para interesarles por la lectura, saber cómo crear
una biblioteca de aula y muchas cosas más.
Yo de niña leía mucho. No por motivación
propia, pero recuerdo claramente la importancia que le daban mi colegio a la
lectura. Teníamos unas estanterías en el aula con multitud de libros y cada
niño tenía que coger uno, leerlo y tacharlo de una larga lista que había
colgada en la pared. En esa lista venían escritos todos nuestros nombres y además
todos los libros con los que contaba la clase. Recuerdo como poco a poco los
recuadros se iban llenando de crucecitas cuando mis compañeros iban acabando
sus libros.
Sin embargo, lo que yo he visto en mis prácticas
no me ha dejado un buen sabor de boca por así decirlo. La biblioteca de aula (si
es que se la puede llamar así) de la clase de sexto en la que estaba, consistía
en un motón de libros acumulados de forma caótica en una mesa alargada al final
de la clase. Los niños no se acercaban a la mesa nunca, ni se llevaban libros a
su casa ni los traían para dejarlos. Era muy triste.
La única lectura que recuerdo en esa clase,
consistía en lo siguiente:
Una
vez a la semana, durante media hora, todos los niños cogían el libro El árbol
de Julia de esa mesa al final de la clase, y lo leían entre todos en voz alta.
Nada más y nada menos. Eso me hacía preguntarme muchas cosas… ¿ese era el único
que libro que los niños iban a leer en el trimestre? ¿Qué ha pasado en la
educación para que haya colegios en los que se fomente tan poco la lectura?
Sin embargo, quiero añadir que el colegio
estaba reformando la biblioteca. Quiero pensar que se estaba esperando a su
apertura para empezar un nuevo plan de lectura o algo por el estilo, porque si
no es así, no sé cómo no se pueden dar cuenta de lo poco que fomentan la
lectura.
“A los niños les falta vocabulario debido a
que este es un colegio bilingüe” me repetía constantemente una profesora.
Alomejor si dejaran de culpar al
bilingüismo y se preocuparan por enriquecer a sus alumnos con buenos libros de
lectura, el problema del vocabulario disminuiría considerablemente.
Pero, ¿qué podía hacer yo? Solo era una
novata alumna de prácticas.
Sólo puedo esperar. Esperar a ser una
profesora de verdad, dirigir mi propia clase y hacer mis propios planes de
lectura, seleccionar libros adecuados, y hacer que todos y cada uno de los alumnos
se enriquezcan de diferentes géneros literarios.
Perfecto.
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