LITERATURA ESPAÑOLA, LITERATURA INFANTIL Y EDUCACIÓN LITERARIA

jueves, 24 de enero de 2013

Reflexión del bloque 1


En esta reflexión quiero empezar hablando sobre los principales aspectos vistos en el tema, sobre mis experiencias sobre ello en las prácticas y, finalmente, sobre cómo voy a trabajar la literatura infantil cuando sea profesora.

Principalmente hemos hablado sobre la LITERATURA y la PARALITERATURA:

La LITERATURA es un arte que se crea con palabras, es decir, es el arte de la palabra. Sabemos que hay literatura en todas las lenguas, tengan o no código escrito y esto es debido a que la literatura no se basa solo en la escritura, sino que existe también oralmente.

Hemos aprendido que, para saber que es la PARALITERATURA, primero tenemos que conocer los criterios indispensables para que un texto sea literatura. Son los siguientes:
-         Debe de tener una función estética o poética.
-         Debe pertenecer a uno de sus tres géneros: prosa, poesía y drama.
-         Debe ser una ficción.
Como este término es más difícil de entender y es muy importante, voy a explicarlos más detalladamente. Por ejemplo, la biografía de Napoleón no sería un texto literario, mientras que una novela histórica de Napoleón sí. En la biografía todos los datos tienen que ser ciertos y tal cual sucedieron, mientras que en la novela histórica puedes permitirte inventar datos, como ocurre con los diálogos.

Así pues, hablamos de PARALITERATURA cuando falta alguno de estos criterios. Algunos ejemplos de PARALITERATURA son los ensayos o, como hemos visto en el ejemplo de Napoleón, una biografía.

No hay mucha PARALITERATURA para los niños de primaria, salvo la didáctica, que trata de enseñar conceptos, y la moralizante, cuyos ejemplos más significativos son las fábulas que intentar transmitir una enseñanza.

Un buen ejemplo de ello es un cuento que nos enseñaron en clase, Las cinco fuentes del rey. Este cuento permite a los niños acompañar a Felipe V por los Jardines de la Granja y por tanto, sabemos que tiene carácter didáctico.

Sin embargo, en clase hemos aprendido que de todo se pueden sacar enseñanzas, de cualquier cosa, y que es muy importante no confundir el  hecho de poder sacar enseñanzas de un texto con que sea paraliterario. Debemos fijarnos en el objetivo primordial del texto, y si su principal objetivo es enseñar algo a pesar de la moraleja que puedan sacarle finalmente.

Por último, vimos en este bloque que existen tres géneros en literatura infantil, al igual que en la literatura de adultos. Estos son:

-         La POESÍA, que es escasa en los niños y que se basa en poemas que hablan de sentimientos y que no cuentan nada. El único que escribió para niños fue Lorca.

-         La PROSA, sobre la cual aprendí mucho, ya que estuvimos hablando de las virtudes y los vicios en los cuentos moralizantes. Además mi profesora nos mostró el cuento de El punto, y a partir de él hicimos una ficha bibliográfica, algo totalmente nuevo para nosotros que nos enriqueció notablemente. Además nosotros mismo tuvimos que hacer nuestro propio análisis de un libro y la verdad es que, mientras lo haces, te fijas en muchos aspectos del libro que alomejor no tienes en cuenta durante la lectura y que también son muy importantes.

-         El TEATRO, cuyos textos normalmente son muy breves y están adaptados a la edad de los niños.

 

Al margen de esto, quería hablaros sobre mis experiencias personales sobre este bloque. Al principio no sabía si me iba a gustar esta asignatura.

Literatura española, Literatura infantil y Educación literaria. Con ese título, ¿quién no se iba a asustar el primer día de clase? Ya pensábamos que nos iba a tocar estudiar literatura como en el instituto y tendríamos que recuperar apuntes sobre autores, obras importantes, fechas relevantes… pero no. Esta asignatura es mucho más práctica y útil que todo eso. En lo que respecta a este bloque, hemos recordado principalmente la importancia de la lectura, y lo necesario que es que, como futuros profesores, la fomentemos en el aula. Sin embargo, ser un buen profesor no consiste solamente en estimular a que los niños lean. Ser un buen profesor también depende de nuestra capacidad para seleccionar buenos libros para los niños, de utilizar métodos creativos para interesarles por la lectura, saber cómo crear una biblioteca de aula y muchas cosas más.

Yo de niña leía mucho. No por motivación propia, pero recuerdo claramente la importancia que le daban mi colegio a la lectura. Teníamos unas estanterías en el aula con multitud de libros y cada niño tenía que coger uno, leerlo y tacharlo de una larga lista que había colgada en la pared. En esa lista venían escritos todos nuestros nombres y además todos los libros con los que contaba la clase. Recuerdo como poco a poco los recuadros se iban llenando de crucecitas cuando mis compañeros iban acabando sus libros.

Sin embargo, lo que yo he visto en mis prácticas no me ha dejado un buen sabor de boca por así decirlo. La biblioteca de aula (si es que se la puede llamar así) de la clase de sexto en la que estaba, consistía en un motón de libros acumulados de forma caótica en una mesa alargada al final de la clase. Los niños no se acercaban a la mesa nunca, ni se llevaban libros a su casa ni los traían para dejarlos. Era muy triste.

La única lectura que recuerdo en esa clase, consistía en lo siguiente:

 Una vez a la semana, durante media hora, todos los niños cogían el libro El árbol de Julia de esa mesa al final de la clase, y lo leían entre todos en voz alta. Nada más y nada menos. Eso me hacía preguntarme muchas cosas… ¿ese era el único que libro que los niños iban a leer en el trimestre? ¿Qué ha pasado en la educación para que haya colegios en los que se fomente tan poco la lectura?

Sin embargo, quiero añadir que el colegio estaba reformando la biblioteca. Quiero pensar que se estaba esperando a su apertura para empezar un nuevo plan de lectura o algo por el estilo, porque si no es así, no sé cómo no se pueden dar cuenta de lo poco que fomentan la lectura.

“A los niños les falta vocabulario debido a que este es un colegio bilingüe” me repetía constantemente una profesora.

Alomejor si dejaran de culpar al bilingüismo y se preocuparan por enriquecer a sus alumnos con buenos libros de lectura, el problema del vocabulario disminuiría considerablemente.

Pero, ¿qué podía hacer yo? Solo era una novata alumna de prácticas.

Sólo puedo esperar. Esperar a ser una profesora de verdad, dirigir mi propia clase y hacer mis propios planes de lectura, seleccionar libros adecuados, y hacer que todos y cada uno de los alumnos se enriquezcan de diferentes géneros literarios.
 
 

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